El club fundado en 1929, no pudo afrontar los problemas económicos que causaron su descenso administrativo, tampoco alcanzó a encontrar un inversor antes del límite fijado, y tras ser declarado en bancarrota, se consumó su desaparición.
Por: Alejandro Mejicanos
Por: Alejandro Mejicanos
Después de 92 años de fútbol en el pequeño barrio de Verona llamado “Chievo”, pintando de amarillo/azul el Estadio Marcantonio Bentegodi, formando talentos, exportando jugadores, generando emociones en los hinchas y dando pelea entre Primera y Segunda División, la historia llegó a su fin. El Chievo Verona desapareció del deporte italiano a causa de serios problemas económicos, dejando un vacío que, al menos sentimentalmente, no será remplazado con el tiempo.
Justo eso, tiempo, fue lo que le faltó al conjunto Clivensi para encontrar un inversor que pudiese subsanar las deudas y evitar la debacle, pero claro, todo es producto de una serie de errores administrativos que iniciaron en la temporada 2018/19. En aquel momento, el Crotone denunció irregularidades financieras del Chievo ante la Federación Italiana, les investigaron y terminaron sancionando con la reducción de tres puntos. Esto desestabilizó la estructura del club, se marcharon piezas importantes y el “avión se vino en picada”.
Esa misma campaña, tuvieron tres entrenadores distintos y ninguno de ellos logró resultados positivos, de hecho, sufrieron la peor derrota de su historia, 6-1 frente a Fiorentina. A 6 fechas para el final del torneo estaban condenados al descenso, solamente consiguieron 2 victorias en 38 partidos y la situación económica se complicó aún más, viéndose en la necesidad de vender a sus mejores jugadores y echar mano de la reserva. Afrontó la Serie B 2019/20 con un plantel prácticamente nuevo, y aunque los resultados seguían siendo irregulares, la pandemia fue verdugo definitivo.
Se hundieron en una deuda insostenible, buscaron formas para recolectar dinero, solicitaron prórrogas de inscripción, y hasta su máxima leyenda, Sergio Pellissier, delantero que militó en el club desde 2002 hasta 2019, intentó adquirirlo, pero le faltó apoyo económico y empresarial. La Federación Italiana se mantuvo firme en el reglamento y no concedió más tiempo de espera, ascendiendo al Cosenza de la Serie C a la Serie B para ocupar el lugar del Chievo.
A manera de “última esperanza”, la Federación le informó al Céo (“Chievo” en veneciano) que, si querían, podían participar en la Serie D, pero los jugadores, cuerpo técnico y personal quedarían libres para negociar con otro club, al competir en una categoría para la que no fueron contratados. Básicamente, el Chievo se quedó solo.
“Lamentablemente, la historia de ese club que tanto me ha dado, terminó hoy. Es uno de los días más tristes de mi vida”, escribió Pellissier en su cuenta Instagram, acompañándole con fotografías suyas festejando la clasificación a competiciones de la UEFA en las temporadas 2002/03 y 2005/06, que junto a los ascensos en 2001 y 2007, son los momentos más emblemáticos del Chievo Verona.
Justo eso, tiempo, fue lo que le faltó al conjunto Clivensi para encontrar un inversor que pudiese subsanar las deudas y evitar la debacle, pero claro, todo es producto de una serie de errores administrativos que iniciaron en la temporada 2018/19. En aquel momento, el Crotone denunció irregularidades financieras del Chievo ante la Federación Italiana, les investigaron y terminaron sancionando con la reducción de tres puntos. Esto desestabilizó la estructura del club, se marcharon piezas importantes y el “avión se vino en picada”.
Esa misma campaña, tuvieron tres entrenadores distintos y ninguno de ellos logró resultados positivos, de hecho, sufrieron la peor derrota de su historia, 6-1 frente a Fiorentina. A 6 fechas para el final del torneo estaban condenados al descenso, solamente consiguieron 2 victorias en 38 partidos y la situación económica se complicó aún más, viéndose en la necesidad de vender a sus mejores jugadores y echar mano de la reserva. Afrontó la Serie B 2019/20 con un plantel prácticamente nuevo, y aunque los resultados seguían siendo irregulares, la pandemia fue verdugo definitivo.
Se hundieron en una deuda insostenible, buscaron formas para recolectar dinero, solicitaron prórrogas de inscripción, y hasta su máxima leyenda, Sergio Pellissier, delantero que militó en el club desde 2002 hasta 2019, intentó adquirirlo, pero le faltó apoyo económico y empresarial. La Federación Italiana se mantuvo firme en el reglamento y no concedió más tiempo de espera, ascendiendo al Cosenza de la Serie C a la Serie B para ocupar el lugar del Chievo.
A manera de “última esperanza”, la Federación le informó al Céo (“Chievo” en veneciano) que, si querían, podían participar en la Serie D, pero los jugadores, cuerpo técnico y personal quedarían libres para negociar con otro club, al competir en una categoría para la que no fueron contratados. Básicamente, el Chievo se quedó solo.
“Lamentablemente, la historia de ese club que tanto me ha dado, terminó hoy. Es uno de los días más tristes de mi vida”, escribió Pellissier en su cuenta Instagram, acompañándole con fotografías suyas festejando la clasificación a competiciones de la UEFA en las temporadas 2002/03 y 2005/06, que junto a los ascensos en 2001 y 2007, son los momentos más emblemáticos del Chievo Verona.