El Barcelona salió bofeteado en su visita a Mánchester. Guardiola lo esperaba con la receta perfecta, para anular su juego, ese mismo que había triturado al City en el Camp Nou.
Por Miguel Gámez
Por Miguel Gámez
Los citizen remontaron el tanto inicial de Messi y acabó llevando al Barça a la locura con un 'doblete' de Gündogan y otro tanto de Kevin De Bruyne, demostrando que sí sabe competir con los grandes.
El Barça pasó del blanco al negro sin detenerse en los matices. Se exhibió en una primera media hora de ensueño y acabó desesperado y alejado de ese control que le permite marcar el destino de los partidos.
El Barcelona volvió a mostrar dos caras, en una con un André Gomes de mucho carácter ofreciendo presencia en el mediocampo. Messi y Neymar se proyectaban con facilidad y Digne se postulaba como un recambio de garantías para Jordi Alba. Pero en la otra cara, la que menos gusta a Luis Enrique, Busquets volvió a humanizarse con entradas tardías y dejando espacios que permitieron jugar al rival; Sergi Roberto cometió errores impropios de un lateral del Barça y la defensa, en su totalidad, se vino abajo con gran facilidad, el equipo no era capaz de encadenar dos pases continuos.
Llegó el gol de Messi y el Barça parecía que iba encaminado a otra goleada a su favor, pero no contaban con los errores que sus jugadores cometerían, Sergi Roberto regaló un balón en la frontal del área y Gündogan finalizó castigando a los culés. A partir de ahí el partido nunca fue el mismo y el Barça dejó de ser el Barça, mostrando la imagen de ser uno de los equipos más vulnerables de Europa.
Más tarde, un cobro de tiro libre directo en el que De Bruyne dejó en evidencia a Ter Stegen, que reaccionó tarde y mal a un balón que iba hacia su palo, era el segundo. Y nuevamente, Gündogan, a placer llegó a empujar una pelota que tuvo como cómplice la mano de Agüero. André Gomes intentó frenar la avalancha con un disparo al larguero que terminó siendo improductivo.
Así Guardiola hizo su trabajo, utilizando el Etihad como lugar perfecto para su llevar a cabo venganza y aplazar al Barça, el viaje hacia octavos.
El Barça pasó del blanco al negro sin detenerse en los matices. Se exhibió en una primera media hora de ensueño y acabó desesperado y alejado de ese control que le permite marcar el destino de los partidos.
El Barcelona volvió a mostrar dos caras, en una con un André Gomes de mucho carácter ofreciendo presencia en el mediocampo. Messi y Neymar se proyectaban con facilidad y Digne se postulaba como un recambio de garantías para Jordi Alba. Pero en la otra cara, la que menos gusta a Luis Enrique, Busquets volvió a humanizarse con entradas tardías y dejando espacios que permitieron jugar al rival; Sergi Roberto cometió errores impropios de un lateral del Barça y la defensa, en su totalidad, se vino abajo con gran facilidad, el equipo no era capaz de encadenar dos pases continuos.
Llegó el gol de Messi y el Barça parecía que iba encaminado a otra goleada a su favor, pero no contaban con los errores que sus jugadores cometerían, Sergi Roberto regaló un balón en la frontal del área y Gündogan finalizó castigando a los culés. A partir de ahí el partido nunca fue el mismo y el Barça dejó de ser el Barça, mostrando la imagen de ser uno de los equipos más vulnerables de Europa.
Más tarde, un cobro de tiro libre directo en el que De Bruyne dejó en evidencia a Ter Stegen, que reaccionó tarde y mal a un balón que iba hacia su palo, era el segundo. Y nuevamente, Gündogan, a placer llegó a empujar una pelota que tuvo como cómplice la mano de Agüero. André Gomes intentó frenar la avalancha con un disparo al larguero que terminó siendo improductivo.
Así Guardiola hizo su trabajo, utilizando el Etihad como lugar perfecto para su llevar a cabo venganza y aplazar al Barça, el viaje hacia octavos.