El boxeo tiene momentos que no se olvidan, y lo vivido el sábado 4 de mayo de 2025 en la Kingdom Arena de Riad, Arabia Saudita, fue uno de ellos. Saúl “Canelo” Álvarez volvió a subirse al ring con toda la presión encima: mantener su legado, defender su corona de indiscutido en las 168 libras, y callar las críticas que lo ven como un campeón en la recta final. ¿El rival? William “El Indomable” Scull, un cubano invicto con hambre de gloria, número uno del ranking de la FIB, y con ganas de hacer historia.
Por: Mónica Delgado.
Por: Mónica Delgado.
Canelo, con la experiencia tatuada en los guantes, controló la pelea desde el primer campanazo. Nada de explosiones innecesarias, nada de brawleo de callejón. Lo suyo fue una clase de boxeo técnico, de esos que te frustran si estás en la esquina contraria. Dominó la distancia, machacó al cuerpo, y le cerró todos los caminos a un Scull que, aunque voluntarioso, se vio incómodo, contenido y por momentos totalmente bloqueado.
Las estadísticas no mienten. Los números dejaron claro el dominio. Según CompuBox, Canelo conectó el 42% de sus golpes totales, con más del 55% de efectividad en los golpes de poder. Scull, en cambio, apenas superó el 18% de acierto total, con ráfagas aisladas que no llegaron a incomodar al tapatío. Si bien el cubano mostró resistencia y buena condición, nunca pudo imponer su ritmo ni soltar sus combinaciones con libertad.
Álvarez se mantuvo fiel a su estilo: bajo centro de gravedad, pasos cortos, esquives mínimos pero efectivos, y una defensa de cintura que hace ver mal a cualquiera que se le pare enfrente. Scull intentó moverse lateralmente, buscó ángulos, pero no encontró resquicios en la guardia cerrada del campeón.
¿Qué estaba en juego?
Todo. Literalmente. Canelo puso sobre la mesa sus cinturones de la AMB, CMB y OMB, y sumó a la colección el de la FIB, que le había sido retirado por inactividad obligada. Así, volvió a coronarse como campeón indiscutido del peso supermediano, título que ya había conquistado en 2021 y que ahora reafirma con autoridad.
Con esta victoria, el récord del mexicano se actualiza a 64-2-2 con 39 KO’s, y aunque muchos lo dan por “viejo” (tiene 34 años), sigue en la cima, ganando, vendiendo y dominando. Scull, por su parte, pierde el invicto, pero gana una experiencia valiosa que puede marcar el inicio de una segunda etapa más madura en su carrera.
Las estadísticas no mienten. Los números dejaron claro el dominio. Según CompuBox, Canelo conectó el 42% de sus golpes totales, con más del 55% de efectividad en los golpes de poder. Scull, en cambio, apenas superó el 18% de acierto total, con ráfagas aisladas que no llegaron a incomodar al tapatío. Si bien el cubano mostró resistencia y buena condición, nunca pudo imponer su ritmo ni soltar sus combinaciones con libertad.
Álvarez se mantuvo fiel a su estilo: bajo centro de gravedad, pasos cortos, esquives mínimos pero efectivos, y una defensa de cintura que hace ver mal a cualquiera que se le pare enfrente. Scull intentó moverse lateralmente, buscó ángulos, pero no encontró resquicios en la guardia cerrada del campeón.
¿Qué estaba en juego?
Todo. Literalmente. Canelo puso sobre la mesa sus cinturones de la AMB, CMB y OMB, y sumó a la colección el de la FIB, que le había sido retirado por inactividad obligada. Así, volvió a coronarse como campeón indiscutido del peso supermediano, título que ya había conquistado en 2021 y que ahora reafirma con autoridad.
Con esta victoria, el récord del mexicano se actualiza a 64-2-2 con 39 KO’s, y aunque muchos lo dan por “viejo” (tiene 34 años), sigue en la cima, ganando, vendiendo y dominando. Scull, por su parte, pierde el invicto, pero gana una experiencia valiosa que puede marcar el inicio de una segunda etapa más madura en su carrera.