Lionel Messi ha conquistado la Bota de Oro de la MLS 2025, cerrando una temporada en la que no solo fue goleador, sino el eje absoluto del ataque de Inter Miami. Con 29 goles en temporada regular, el argentino confirma que su llegada a la liga no fue un capítulo comercial, sino una etapa competitiva donde impuso un nivel que obliga a todos los equipos norteamericanos a elevar su exigencia.
Por: Mónica Delgado.
Por: Mónica Delgado.
Esta Bota de Oro llega en un año donde Inter Miami compitió en serio y donde Messi, lejos de retirarse, demostró que aún domina desde la lectura del juego y la influencia directa en resultados.
La carrera por el título de máximo goleador no fue sencilla. Durante gran parte del torneo, nombres como Denis Bouanga (LAFC), Hany Mukhtar (Nashville) y Christian Benteke (D.C. United) aparecieron entre los primeros puestos, pero Messi sostuvo una regularidad que terminó por romper cualquier resistencia. No hubo racha explosiva aislada: hubo constancia. Anotó en casa, de visitante, en partidos cerrados y en jornadas decisivas. Incluso en el tramo final, cuando Inter Miami luchaba por asegurar su posición en los playoffs, Messi apareció con goles clave que definieron puntos.
Más allá del número de goles, lo más relevante fue su impacto en el funcionamiento del equipo. Messi no fue un nueve fijo, pero sí el finalizador más letal y el socio indispensable para quienes lo rodearon. Aportó también asistencias y liderazgo competitivo, convirtiendo a Inter Miami en un club que dejó de depender del espectáculo mediático para jugar bajo presión real. La Bota de Oro es individual, pero su consecuencia es colectiva: Inter Miami pasó de ser un proyecto de promoción a un contendiente legítimo en playoffs.
En términos de legado, este logro posiciona a Messi como el primer futbolista en la historia en ganar Botas de Oro en ligas distintas fuera del fútbol europeo con influencia directa. Su presencia en la MLS deja de ser vista como un retiro glorificado; se convierte en un reto competitivo que ha obligado a defensores y entrenadores rivales a planificar esquemas específicos para detenerlo. Muchos entrenadores en la liga reconocieron que no es un jugador al que se pueda marcar con un solo hombre, sino un sistema completo de creación que debe ser contenido.
También hay que contextualizar lo que significa para la MLS. Que el máximo goleador de la liga sea un jugador de su magnitud genera un nuevo estándar para el futuro. No es lo mismo que un jugador emergente encabece la tabla, a que lo haga un campeón del mundo que llegó con 36 años y aun así dominó tácticamente un formato diferente, con viajes largos, césped desigual y calendarios intensos. Messi no solo jugó, se adaptó. Y adaptarse a la MLS no es un detalle menor: otros grandes nombres no pudieron hacerlo.
Inter Miami, más allá del galardón, obtiene también un efecto directo: con Messi como líder, la exigencia para 2026 será inmediata. Haber tenido al goleador de la liga obliga a construir un equipo equilibrado para sostener la ambición. Este premio no es un cierre, es un punto de partida. La franquicia ya no se mide por marketing, sino por resultados. Y tener al goleador del torneo significa asumir que el siguiente paso debe ser una final de conferencia o, incluso, la MLS Cup.
La Bota de Oro de Messi en 2025 no es un título más en su carrera. Es un mensaje: incluso en un contexto nuevo, puede seguir siendo el mejor. La MLS lo entendió. Ahora todos sus rivales también. Quien quiera ganar el título tendrá que pasar por él, no por su nombre, sino por su fútbol.
La carrera por el título de máximo goleador no fue sencilla. Durante gran parte del torneo, nombres como Denis Bouanga (LAFC), Hany Mukhtar (Nashville) y Christian Benteke (D.C. United) aparecieron entre los primeros puestos, pero Messi sostuvo una regularidad que terminó por romper cualquier resistencia. No hubo racha explosiva aislada: hubo constancia. Anotó en casa, de visitante, en partidos cerrados y en jornadas decisivas. Incluso en el tramo final, cuando Inter Miami luchaba por asegurar su posición en los playoffs, Messi apareció con goles clave que definieron puntos.
Más allá del número de goles, lo más relevante fue su impacto en el funcionamiento del equipo. Messi no fue un nueve fijo, pero sí el finalizador más letal y el socio indispensable para quienes lo rodearon. Aportó también asistencias y liderazgo competitivo, convirtiendo a Inter Miami en un club que dejó de depender del espectáculo mediático para jugar bajo presión real. La Bota de Oro es individual, pero su consecuencia es colectiva: Inter Miami pasó de ser un proyecto de promoción a un contendiente legítimo en playoffs.
En términos de legado, este logro posiciona a Messi como el primer futbolista en la historia en ganar Botas de Oro en ligas distintas fuera del fútbol europeo con influencia directa. Su presencia en la MLS deja de ser vista como un retiro glorificado; se convierte en un reto competitivo que ha obligado a defensores y entrenadores rivales a planificar esquemas específicos para detenerlo. Muchos entrenadores en la liga reconocieron que no es un jugador al que se pueda marcar con un solo hombre, sino un sistema completo de creación que debe ser contenido.
También hay que contextualizar lo que significa para la MLS. Que el máximo goleador de la liga sea un jugador de su magnitud genera un nuevo estándar para el futuro. No es lo mismo que un jugador emergente encabece la tabla, a que lo haga un campeón del mundo que llegó con 36 años y aun así dominó tácticamente un formato diferente, con viajes largos, césped desigual y calendarios intensos. Messi no solo jugó, se adaptó. Y adaptarse a la MLS no es un detalle menor: otros grandes nombres no pudieron hacerlo.
Inter Miami, más allá del galardón, obtiene también un efecto directo: con Messi como líder, la exigencia para 2026 será inmediata. Haber tenido al goleador de la liga obliga a construir un equipo equilibrado para sostener la ambición. Este premio no es un cierre, es un punto de partida. La franquicia ya no se mide por marketing, sino por resultados. Y tener al goleador del torneo significa asumir que el siguiente paso debe ser una final de conferencia o, incluso, la MLS Cup.
La Bota de Oro de Messi en 2025 no es un título más en su carrera. Es un mensaje: incluso en un contexto nuevo, puede seguir siendo el mejor. La MLS lo entendió. Ahora todos sus rivales también. Quien quiera ganar el título tendrá que pasar por él, no por su nombre, sino por su fútbol.
