EFE - El Vicente Calderón decidirá el campeón de la Supercopa de España el viernes, tras un empate en una nueva exposición de dos formas distintas de interpretar el fútbol, entre un Real Madrid reactivado por Di María y un Atlético de Madrid al que levantó de la lona Raúl García a dos minutos del final.

Nada nuevo bajo el sol de un derbi que a su grandeza le añadió en sus últimas reediciones igualdad, gracias al crecimiento del Atlético de Madrid con el 'Cholo' Simeone.
Detalles deciden un partido y dictaminarán un campeón para la Supercopa de España tras un duelo de ida en el que el Real Madrid no encontró su fútbol vertical y su rival trabajó a la perfección para destruir, cumpliendo el objetivo marcado con un tanto en el último suspiro.
Habían pasado 87 días de una final de Liga de Campeones inolvidable para ganadores y perdedores, pero sobre el césped pese al cambio de actores en el reparto se mantenía el guión.
Toni Kroos aumenta la calidad madridista aunque cerca de Xabi Alonso perdió eficacia.
El Real Madrid salió a por el balón, a encerrar a un rival que juega cómodo en ese papel. Poco importa que jugasen de inicio novedades como Siqueira, Saúl o Mandzukic.
El estilo es el mismo, la garra ejemplar y la solidaridad en ayudas defensivas de manual. La dureza rojiblanca de la final de Lisboa marcó el inicio.
Amarillas tempraneras a Koke y Siqueira que condicionaban.
El Atlético defendía bien, se movía como un acordeón para cerrar espacios.
Conseguía borrar del campo en el primer acto a Cristiano Ronaldo, frenar la velocidad de Bale mientras el Real Madrid añoraba la figura de un último pasador como Isco.
Un jugador que desequilibrase entre líneas tan ordenadas. Hasta Mandzukic sacaba balones como un defensa más.
Detalles deciden un partido y dictaminarán un campeón para la Supercopa de España tras un duelo de ida en el que el Real Madrid no encontró su fútbol vertical y su rival trabajó a la perfección para destruir, cumpliendo el objetivo marcado con un tanto en el último suspiro.
Habían pasado 87 días de una final de Liga de Campeones inolvidable para ganadores y perdedores, pero sobre el césped pese al cambio de actores en el reparto se mantenía el guión.
Toni Kroos aumenta la calidad madridista aunque cerca de Xabi Alonso perdió eficacia.
El Real Madrid salió a por el balón, a encerrar a un rival que juega cómodo en ese papel. Poco importa que jugasen de inicio novedades como Siqueira, Saúl o Mandzukic.
El estilo es el mismo, la garra ejemplar y la solidaridad en ayudas defensivas de manual. La dureza rojiblanca de la final de Lisboa marcó el inicio.
Amarillas tempraneras a Koke y Siqueira que condicionaban.
El Atlético defendía bien, se movía como un acordeón para cerrar espacios.
Conseguía borrar del campo en el primer acto a Cristiano Ronaldo, frenar la velocidad de Bale mientras el Real Madrid añoraba la figura de un último pasador como Isco.
Un jugador que desequilibrase entre líneas tan ordenadas. Hasta Mandzukic sacaba balones como un defensa más.

Nada nuevo bajo el sol de un derbi que a su grandeza le añadió en sus últimas reediciones igualdad, gracias al crecimiento del Atlético de Madrid con el 'Cholo' Simeone.
Detalles deciden un partido y dictaminarán un campeón para la Supercopa de España tras un duelo de ida en el que el Real Madrid no encontró su fútbol vertical y su rival trabajó a la perfección para destruir, cumpliendo el objetivo marcado con un tanto en el último suspiro.
Habían pasado 87 días de una final de Liga de Campeones inolvidable para ganadores y perdedores, pero sobre el césped pese al cambio de actores en el reparto se mantenía el guión.
Toni Kroos aumenta la calidad madridista aunque cerca de Xabi Alonso perdió eficacia.
El Real Madrid salió a por el balón, a encerrar a un rival que juega cómodo en ese papel. Poco importa que jugasen de inicio novedades como Siqueira, Saúl o Mandzukic.
El estilo es el mismo, la garra ejemplar y la solidaridad en ayudas defensivas de manual. La dureza rojiblanca de la final de Lisboa marcó el inicio.
Amarillas tempraneras a Koke y Siqueira que condicionaban.
El Atlético defendía bien, se movía como un acordeón para cerrar espacios.
Conseguía borrar del campo en el primer acto a Cristiano Ronaldo, frenar la velocidad de Bale mientras el Real Madrid añoraba la figura de un último pasador como Isco.
Un jugador que desequilibrase entre líneas tan ordenadas. Hasta Mandzukic sacaba balones como un defensa más.
Detalles deciden un partido y dictaminarán un campeón para la Supercopa de España tras un duelo de ida en el que el Real Madrid no encontró su fútbol vertical y su rival trabajó a la perfección para destruir, cumpliendo el objetivo marcado con un tanto en el último suspiro.
Habían pasado 87 días de una final de Liga de Campeones inolvidable para ganadores y perdedores, pero sobre el césped pese al cambio de actores en el reparto se mantenía el guión.
Toni Kroos aumenta la calidad madridista aunque cerca de Xabi Alonso perdió eficacia.
El Real Madrid salió a por el balón, a encerrar a un rival que juega cómodo en ese papel. Poco importa que jugasen de inicio novedades como Siqueira, Saúl o Mandzukic.
El estilo es el mismo, la garra ejemplar y la solidaridad en ayudas defensivas de manual. La dureza rojiblanca de la final de Lisboa marcó el inicio.
Amarillas tempraneras a Koke y Siqueira que condicionaban.
El Atlético defendía bien, se movía como un acordeón para cerrar espacios.
Conseguía borrar del campo en el primer acto a Cristiano Ronaldo, frenar la velocidad de Bale mientras el Real Madrid añoraba la figura de un último pasador como Isco.
Un jugador que desequilibrase entre líneas tan ordenadas. Hasta Mandzukic sacaba balones como un defensa más.